Me
gusta hacer fotos con cámaras prestadas. Cuando estoy con algún amigo que lleva
cámara que no es de teléfono y “veo una foto” se la pido y hago dos o tres
disparos. Sé que pasará un tiempo hasta que me las envíe y las pueda ver en una
pantalla grande. Esperar hasta ese momento es como antes, cuando tenía que ir a
la tienda a recoger las fotos de papel. Disfrutaba abriendo el sobre y pensando
si serían tan buenas como yo imaginaba.
Jake le
entregó una de sus tarjetas profesionales y dijo que si había algún problema él
era mi abogado. El hombre miró la tarjeta, la dejó caer sobre la mesa y se fue.
Si llega a saber que Jake es gay, y de familia judía, quizá hubiera dicho que
debíamos irnos porque tenía que cerrar el bar.
Miércoles,
25 de febrero de 2015