16. Préstame tu cámara

Me gusta hacer fotos con cámaras prestadas. Cuando estoy con algún amigo que lleva cámara que no es de teléfono y “veo una foto” se la pido y hago dos o tres disparos. Sé que pasará un tiempo hasta que me las envíe y las pueda ver en una pantalla grande. Esperar hasta ese momento es como antes, cuando tenía que ir a la tienda a recoger las fotos de papel. Disfrutaba abriendo el sobre y pensando si serían tan buenas como yo imaginaba.

Pedí la cámara a Jake, hice la foto y volví a sentarme en la mesa. El camarero vino hasta mí, me miró mal y dijo que tenía que pagar por hacer fotografías. No sé si era un estafador o un racista. La mayoría de la gente de Seattle no es racista, pero también es cierto que los que tenemos la piel negra somos solo el ocho por ciento.
Jake le entregó una de sus tarjetas profesionales y dijo que si había algún problema él era mi abogado. El hombre miró la tarjeta, la dejó caer sobre la mesa y se fue. Si llega a saber que Jake es gay, y de familia judía, quizá hubiera dicho que debíamos irnos porque tenía que cerrar el bar.


Miércoles, 25 de febrero de 2015